Ramón López Velarde

México prohíbe la siembra de maíz transgénico

La Cámara de Diputados inició el proceso de reforma a los artículos 4 y 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que “prohíbe la siembra de maíz transgénico y libre de modificaciones genéticas producidas con técnicas que superen las barreras naturales de la reproducción o recombinación como las transgénicas”. Se trata de una reforma histórica, a la que los diputados del PAN votaron en contra. Ahora mismo, se discute en el senado y se le dará el curso legislativo en los congresos estatales.

El maíz es originario de México, más precisamente del Valle de Tehuacán-Cuicatlán, Puebla. De cuerdo a estudios arqueológicos realizados por Ángel García Cook y Richard S. MacNeish, su cultivo inició
hace poco más de siete mil años. Gracias a ello, los pueblos mesoamericanos se volvieron sedentarios. Todas las culturas de las que tenemos registro hicieron del maíz la base de su alimentación y parte sustantiva de su cosmogonía.

Tanto para los mayas como para los mexicas, el ser humano se originó del maíz. Así se describe
en el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, como en la leyenda de Chicomecoatl, en la que el maíz es
la carne y la vida de los hombres.

La tortilla está en la base de la dieta de los mexicanos. De los 64 tipos de maíz registrados, 59 son nativos
de nuestro país. Su importancia es tal, que podemos afirmar que México es un pueblo de maíz y que el maíz es un patrimonio biocultural de México.

Desde el año 2007 dio inicio la Campaña Nacional “Sin Maíz No Hay País”, impulsada por centenares de organizaciones de productores, consumidores, académicos, ambientalistas, investigadores y ciudadanos de a pie, con el objetivo de promover la Soberanía Alimentaria como soporte de la Soberanía Alimentaria, prohibir la liberación del maíz transgénico y garantizar el derecho a la alimentación saludable.

La iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum establece, además, que “Todo otro uso del maíz genéticamente modificado debe ser evaluado en términos de las disposiciones legales para quedar libre de amenazas para la bioseguridad, la salud y el patrimonio biocultural de México y su población. Debe priorizarse la protección de la biodiversidad, la soberanía alimentaria y su manejo agroecológico, promoviendo la investigación científica, humanística, la innovación y los conocimientos tradicionales”.

México tiene territorio suficiente para producir la totalidad de alimentos que demanda nuestra población.

Durante el neoliberalismo se privilegió el consumo de productos importados, pobres en calidad nutritiva. Ahora vamos por recuperar el campo.

El humanismo mexicano coloca en el centro de las políticas públicas el interés de los mexicanos y reconoce la riqueza de las comunidades rurales en su papel estratégico por la soberanía alimentaria.