Por Agustín Guerrero Castillo

La primera vez que se encontraron Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo fue la tarde del 22 de octubre de 1999. Se trató de una reunión en la cual Andrés Manuel comentó por vez primera su intención de participar como candidato a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal en el proceso electoral del año dos mil. 

En 1997, la izquierda logró ganar de manera contundente el gobierno de la ciudad con el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Esta era la victoria más importante, luego de una década de feroz lucha política contra Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. 

En esta condición, el Ing. Cárdenas se perfiló nuevamente como nuestro candidato a la presidencia de la República por tercera ocasión. En el caso del Distrito Federal, fueron varias compañeras y compañeros que manifestaron su interés de participar. En ese momento, se levantó una encuesta para conocer quién era la persona más competitiva y cómo estaban las preferencias por partido político. 

El resultado de la encuesta encendió las alarmas. Tanto a nivel nacional como local, indicaba una preferencia mayoritaria por el PAN y sus posibles candidatos, Vicente Fox y Diego Fernández de Ceballos. El cuadro político que mejor competía por la izquierda era Andrés Manuel López Obrador.

Con encuesta en mano, un grupo de dirigentes partimos hacia Tabasco para entrevistarnos con AMLO. Luego de revisarla, expresó: “La elección presidencial esta cuesta arriba. El bien político a proteger es el Distrito Federal. No podemos perder la ciudad. Eso llevaría a la izquierda de nuevo a la marginalidad”. Dijo que evaluaría la situación y se comunicaría con nosotros.

El jueves 21 de octubre, se comunicó conmigo Chuy Falcón, a la sazón el chofer del primer Tsuru blanco que usó Andrés Manuel, para comentar que “el licenciado, quiere tener una reunión con los dirigentes del partido. En un lugar discreto, alejado de los reflectores”. Le comenté que haría unas consultas y le llamaría más tarde.

Me comuniqué con Carlos Imaz, quien era el presidente estatal del PRD y que vivía en el sur de la ciudad con su esposa Claudia Sheinbaum, para consultarle si la reunión con AMLO podría hacerse en su casa. Con Carlos y Claudia nos unía el haber participado en el movimiento en defensa de la gratuidad de la educación, una década atrás, con el CEU. Me dijo, claro que sí, “deja se lo comento a Clau para que no le caiga de sorpresa”.

Se convino la reunión para el día siguiente a las 5 de la tarde. El punto de encuentro era el kilómetro 23 de la carretera federal a Cuernavaca, frente al Hipocampo, que hoy no existe. Andrés llegó puntual. En la casa de Claudia y Carlos, ya lo esperábamos una decena de dirigentes de diversos equipos políticos.

Tras un breve saludo, expresó que no había tiempo para perder. Hizo un análisis sobre la situación política y resaltó la responsabilidad que como generación política teníamos para con la izquierda de la ciudad. Que iba a participar en las internas del PRD para elegir al candidato. Que quería recorrer todas las colonias de la ciudad. Pidió que le acompañáramos y repartió tareas. Esa tarde salimos con el ánimo por los cielos.

Nadie, de los que ahí estuvimos, nos imaginábamos que, con el paso del tiempo, surgiría un movimiento político tan poderoso como lo es Morena y que Andrés Manuel y Claudia llegarían a ser Presidentes de la República.

El 14 de noviembre fueron las elecciones internas, ganó Andrés Manuel con 109,000 votos, sobre Demetrio Sodi 12,000, Pablo Gómez 10,646, Marco Rascón 5,414 y la maestra Ifigenia Martínez 4,800. Luego vino la campaña constitucional que ya habrá tiempo de contarla.