El descredito del anterior poder judicial hacia insostenible que permaneciera sin cambios. Plagado de nepotismo y corrupción, era frecuente que muchas de sus decisiones más que actos de justicia constituían verdaderos agravios a la dignidad de la sociedad. La libertad a delincuentes probados, la protección a evasores fiscales, sus sentencias en favor de los grandes intereses y en contra de los derechos de las comunidades, las declaratorias de inconstitucionalidad a las reformas aprobadas por los diputados y los senadores, el otorgamiento de dudosos amparos para boicotear las políticas públicas del gobierno de la república, son una muestra de lo podrido que estaba el poder judicial. En el viejo régimen los oligarcas estaban acostumbrados a dar trato de empleados a los integrantes de los poderes públicos. El presidente, los legisladores, los ministros estaban a su servicio. El poder económico se imponía sobre el poder político. Así fue durante décadas. Nunca pensaron que el pueblo se iba a cansar y que de manera consiente buscara otras opciones. El triunfo de la Cuarta Transformación es el triunfo del pueblo, para impulsar un nuevo régimen basado en la honradez, la austeridad, en el manejo escrupuloso de los recursos públicos. Un nuevo régimen que les permita a las mexicanas y mexicanos desarrollar una vida digna en plenitud de sus derechos, con justicia y democracia. A eso le llamamos el Humanismo Mexicano. En septiembre pasado, el Congreso Permanente, aprobó la reforma a la Constitución para que los ministros, magistrados y jueces sean electos en urna por los ciudadanos. Este es el primer paso, en el cambio profundo que necesita el Sistema de Justicia de nuestro país y que vamos hacer entre todos. Los partidos de derecha, el PAN y el PRI, fueron derrotados en este proceso. Montaron una campaña para desacreditar la elección. Llamaron al abstencionismo, a no votar. Otros Navegación de entradas Elecciones en Durango y Veracruz El Deporte en Puebla es Política de Estado